Esto escribía ayer mi querida y admirada Vanessa. Coach e ilustradora. Su colaboración es uno de los regalos de este maldito virus.
Me gustó tanto que, en homenaje a ella, este relato y su título va dedicado a su persona.
Nos está pasando factura, el no poder abrazarnos, acariciarnos y besarnos.
Nos está pasando factura, la ausencia de los que se fueron, dejando nuestro corazón roto y el alma vacía.
Nos está pasando factura el consentir y no educar.
Nos está pasando factura dejar de trabajar por nuestros sueños para conseguir una subsistencia para la familia.
Nos está pasando factura la escupida hipocresía, la crisis de valores y la escasa humanidad latente en la sociedad.
Nos está pasando factura el no haber dicho un te necesito, un te perdono o porque no, un te quiero.
Nos está pasando factura pedir y a cambio no haber dado.
Nos está pasando factura el no cuidar a quien nos dio la vida. La madre naturaleza.
Nos está pasando factura ser criados de la avaricia y súbditos del dinero.
Nos está pasando factura el egocentrismo de los políticos y la privación de servicio a aquellos que los votaron.
Nos está pasando factura la vanidad, el orgullo y la soberbia.
Nos está pasando factura el tener y no ser.