Este virus no entiende de humanidad, de dignidad, de integridad y de amor. Es insultantemente cruel.
Apisona, repisa, aplasta, humilla, abate, chafa, atropella, avergüenza, hunde, estruja y aniquila. Poned el epíteto que prefiráis.
No solo, no siente compasión alguna por el sufrimiento ajeno, sino que se deleita con ello.
Se alimenta de la insensatez, de la irresponsabilidad y del incauto.
Y crece entre el miedo de los seres humanos como la mala hierba en el terrenal.
¡Tan cerca y tan lejos!
Ayer vi su falta de humanismo en los ojos repletos de lágrimas de la que me dio la vida. Mi madre. Sin palabras que puedan expresar la emoción detenida en el tiempo.
Que uno tenga que desde la lejanía mostrar el amor sin reservas que uno siente por aquella que le dio todo. No puede definirse de mejor forma. INHUMANO.
A mi madre, a todas las madres.