No se podría entender el mundo del ciclismo sin la figura del gregario.
El nutre, refresca y alimenta a sus compañeros. Es el pilar sobre el que se edifica el funcionamiento de un equipo. Sin el nunca se alcanzaría la cima de la montaña, la victoria de etapa y ser el ganador de una gran carrera ciclista.
Los campeones existen irremediablemente gracias a ellos.
Ahora nosotros ante este monstruo que ha venido a vernos el COVID-19 somos los gregarios de nuestra sociedad civil.
Lo sé, seguimos en shock. La tragedia nos ha zarandeado, agitado, movido, arrastrado y baqueteado.
Sé que a veces, el dolor es insoportable y las pérdidas irrecuperables. No volverán, así que nuestro mayor homenaje será la responsabilidad con el prójimo.
Para un atleta como para un ser humano la mente es lo más importante. Si te rompes psicológicamente el hundimiento en tu corazón y en tu alma no tardará en llegar. Pero tanto para el primero como el segundo, la clave es obtener el mejor resultado para su líder.
En el caso del ciclista su jefe de filas y en el de la persona el bienestar del mundo.
¿Ganar o perder?
¿Vencer o fracasar?
No se trata de ser perdedor o ganador- vencedor o fracasado, sino servir a los demás de la mejor forma posible.
Las heridas sanaran y las cicatrices siempre nos recordarán el sacrificio prestado.
El éxito en esta contrarreloj que nos está tocando vivir es dar todo por el otro.
¡SOMOS ESOS MARAVILLOSOS GREGARIOS!