Leía el otro día con atención, detenimiento y profunda meditación, acerca de las bondades, virtudes y beneficios de poseer sensibilidad en este universo carente de ella.
Seamos honestos, esta cualidad, destreza, capacidad y habilidad no se ha valorado en demasía, en una sociedad hueca y vana, basada en la superficialidad, frivolidad, insustancialidad, vacuidad y trivialidad.
Yo siempre me he sentido bendecido por tener sensibilidad; debo decir, algo muy extraño en los hombres.
Aquel ser humano sensible es diferente, raro y distinto. Poned el adjetivo que prefiráis para definir vuestro «caos». Es lo de menos. Lo que sí es realmente importante es lo que conlleva, si ese «caos» es lo que hace de ti una persona especial, única, espectacular, completa, extraordinaria, maravillosa e irrepetible.
Y sí, os sentiréis incomprendidos y solos en muchas ocasiones.
Recordad, la sensibilidad es un don que el cielo os ha otorgado; no la escondáis, ocultéis y soterréis en el interior de vuestra mente y corazón.
Sed raros, sed diferentes, sed distintos. Y como decía el cineasta y escritor Albert Espinosa: «Amad vuestro caos».
Vuestra sensibilidad es lo que os hace inimitables en un mundo insensible que prefiere que seamos todos iguales.